Me veo reflejada en mí ...

Cuando era pequeña no me importaba nada más que jugar. Mi mayor problema era no encontrar mi barbie ni los vestidos que le ponía, no encontrar la ropita que le quería poner a mi nenuco y no encontrar sus accesorios. Cuando era pequeña soñaba y todo se hacía realidad jugando, soñaba despierta y lo que soñaba lo jugaba con mis muñecas. A la barbie le pasaba lo mismo que quería que me pasase a mi. También cuando era pequeña cogía a mi muñeca en brazos con mucha delicadeza, la mecía, le daba de comer, le cantaba, le vestía, le cambiaba los "pañales sucios". Poco a poco fui dejando atrás todas esas cosas, cambie a mi barbie por un bolso, a mi muñeca por unos tacones y a mis peluches por un ordenador. Me voy haciendo mayor, aprendiendo así que la vida no es de color rosa, que hay problemas más serios que no encontrar el vestido de la barbie, que los amigos no son como eran, que las personas cambian, que no puedo tener todo lo que quiero, que los que creía que eran mis amigos son unos falsos, me doy cuenta de lo que es el mundo. Un día haciendo limpieza me encontré una caja que su contenido eran todos esos disfraces cargados de sonrisas, todos esos peluches que achuché contra mi pecho con ilusión, el nenuco que tenía como hijo, las barbis que vivían lo que decidía y me llené de recuerdos; todo pasó a mi alrededor como si la niña que era antes, estuviese a mi lado jugando con esos mismos juguetes que, en ese momento, tenía en mis manos ahora y me fueron cayendo poco a poco las lágrimas, poco a poco enmudecí, me dejé llevar por esa visión del pasado que vive ahora en mi corazón y poco a poco me voy dando cuenta de lo que he cambiado, de lo pequeña que soy y de lo mayor que me estoy haciendo... Y entonces pienso que no me apetece crecer, que quiero ser siempre esa niña que no sufría por nada, esa niña que cuando lloraba le daba un abrazo a mamá, a papá, a los abuelos y se le quitaba el llanto, esa niña que no derramó una lágrima por nada ni por nadie.