lunes, 15 de octubre de 2012

Los malos tragos sientan mejor de dos veces.

Sonreír alarga la vida y los sábados acortan mis vestidos. La gente habla, falla y desprecia. Prometen cosas que jamás van a cumplir, dicen palabras que nunca van a sentir. ¿Y qué le vas a hacer? Esto es así. Podrías deprimirte, llorar, pasarlo mal, pero no cuentes con que nadie te vaya a apoyar. Me da demasiada pereza utilizar cuarenta y tres músculos para mirarles mal, prefiero utilizar diecisiete y joderles con mi sonrisa.
Tres putas lecciones me ha enseñado la vida: que la distancia es muy puta, que la gente es muy falsa y que por llorar nadie te paga. Hay gente que tiene miedo a mirar al ayer, no quiere ni pensar en el mañana, pero tampoco quiere vivir el hoy. Echarle un par de huevos es la clave, sonreír pase lo que pase es lo que no va a hacer nadie;  hoy yo me llamo Nadie. Quedarme quieta de nada me vale, se trata de fijarse en los pequeños detalles. Hablar poco, decir mucho, que aunque yo me calles, mi sonrisa y mi mirada hablen. Vivir cada día como si último, que seguro que alguno voy a acertar; que sobre, que nunca falte, que los tragos de más se los peguen los demás. Que hoy mi sonrisa va a brillar más que la jodida estrella polar.




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